Il était une fois...

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martes, 13 de abril de 2010

Adios

Amada mía:

Sabes que no soy capaz de poder decirte todo esto que siento y todo lo que pasa por mi mente, frente a tu bello rostro junto a esa mirada dulce que posees cuando me ves. La verdad no lo soy. Pero solo espero que no me reproches por esta razón ya que siempre sabrás que te amé, te amo y te amaré por el resto de toda mi vida.

Quiero que sepas que tú fuiste la única en conocer a la verdadero yo, esta simple y complicada persona que escribe en este momento sobre este pobre papel.

Me alegro mucho en haberte conocido aunque no haya sido en el mejor lugar ni en el mejor momento, pero me fascina cuando estás seria, cuando estás alegre, cuando me sonríes, cuando me reprochas y todo aquello que haces. Que durante todos estos años juntos, nos hemos enamorado cada vez más y más ya que nunca pensé que me enamoraría nuevamente de alguien. No, la verdad ni por un segundo en este planeta pensé en amar a alguien nuevamente. Pero lo hice y todo gracias a ti que me devolviste las fuerzas y las ganas de seguir para adelante y ver lo bello que la humanidad puede ofrecer a pesar de la hipocresía que nos rodea.

Amor, solo recuerda que te amé, te amo y te amaré por siempre.

Y... ¿sabes por qué no me gustó la idea de volverme a enamorar? porque no me gustan las despedidas, no me gusta que me digan "adios", aunque parece que ahora el que tenga que decir eso... soy yo.

Quiero que encuentres a alguien que te quiera y te haga feliz puesto que, lamentablemente, yo ya no podré seguir haciéndolo.

No te olvidaré, con todo mi amor.

A...


Soltó el papel y la birome.
Un sonido desagradable comenzó a sonar de un artefacto.
Se abrió la puerta y allí, en unos asientos blancos pegados a la pared fría, helada como la brisa del invierno al pasar. Había una mujer de ojos grandes, sentada, que esperaba una respuesta que nunca quiso volver a oir en toda su vida.

- Lo siento, ... tome esto.

Y le entregaron una carta.
La abrió y al instante la soltó mientras una lágrima caía de sus bellos ojos al compás de sus pasos largos corriendo por un pasillo estrecho el cual parecía interminable y no tenía fin. Sus pensamientos se mezclaban con sus sentimientos, no había orden en su cabeza. Imágenes pasaban por su mente, recuerdos guardados en su corazón. Ya nada tenía sentido, no hasta que alcanzó la puerta rezando por que todo fuese diferente a la realidad que tenía del otro lado de la puerta. Hasta que finalmente la cruzó para verlo y... estaba muerto.

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